Fuimos de fin de semana al país vasco y nuestra
ventana daba a las vías del tren. ¡¡menudo descubrimiento, el tren!!
Cada vez que sonaban las barreras el monito iba corriendo a la ventana
gritando “el teeeeeeeeeen, el teeeeeeeeeeeen”, para
que le cogiésemos y poder ver el tren. Luego le decía adiós, y lloraba
cuando se iba. Menos mal que pasaba cada poco, así que enseguida venía
otro, Claro, que nos pasábamos el día con él cogido en brazos, esperando
a que pasase el tren.
Pero es que se durmió pronto, y mientras dormía
pasó un tren. EL monito abrió los ojos y susurró “el teeeeeeeeen”,
volvió a cerra los ojos y se quedó dormido.
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